14/12/10

El DRESPRENDIMIETO

En el artículo anterior escribí sobre el Adviento, ahora quisiera comentar sobre la disposición interior del desprendimiento. “Cristo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”. ¿De qué pobreza y de qué riqueza se trata? ¿tengo yo una pobreza diferente a la de Cristo, de tal forma que la suya me enriquece?. Consideremos los acontecimientos que rodean estos tiempos.

María recibe la visita del Ángel Gabriel, le dice que va a concebir un Hijo, sin participación de varón, porque éste será llamado Hijo del Altísimo, y que ese embarazo se realizará a través de la acción del Espíritu Santo. Ella acoge la Palabra de Dios dada a través del Arcángel, y esta Palabra se Encarna en ella. María se entrega como esclava del Señor, y su identidad genética, su sangre, su carne son ahora la carne y sangre de quien será nuestro Salvador. Ella tiene en sus entrañas un Dios-Hombre. No dos Cristos, uno Dios y otro Hombre, no, un solo Cristo, perfecto Dios y perfecto Hombre. Este es un misterio que acoge con humildad y al que se entrega como esclava. Cree, confía y se entrega plenamente. No piensa en las consecuencias de estar embarazada sin haber convivido con José, que en su tiempo era la lapidación, o el repudio.

La fe en Dios y la confianza plena en El, no permiten que se aniden en ella los temores. Se abandona, se desprende de sí misma, porque vive en el presente, donde Dios actúa. Estando avanzado su embarazo, a punto de dar a luz, deben salir ella y José a Belén para el censo que había dispuesto Herodes. José tendría una cuna modesta y digna para aquel Hijo que se le había confiado, y María habría preparado con tanto cariño la ropita del Niño y sus pañales. Pero deben salir a buscar posada a Belén. Tienen la ilusión del nacimiento del Hijo de Dios, ¿cómo será el rostro de Dios? ¡cuánto desearían besarlo, abrazarlo, contemplarlo, alimentarlo, protegerlo con sus vidas! Proteger al Niño-Dios! ¿qué es eso?. Sí! así se confío Dios a los hombres, a tal punto de necesitar de sus cuidados!, para que no tuviéramos miedo de confiarnos a El. Llevan algunas pertenencias personales y las del Niño, aunque no todas, y unas cuantas herramientas del taller. Ellos vivían con el trabajo diario de José. Sin pobreza mendicante, pero con mucha sobriedad, sin lujos. El trabajo diario les proveía el sustento diario.

Llegando a Belén, preguntan en un casa y en otra, y no hay campo!. Dios mío ¿dónde va a nacer tu Hijo? ¿cómo puedes permitir esto? esto no ha sido falta de previsión personal, las circunstancias están en contra nuestra! Seguramente todas estas preguntas y reclamos son los que nosotros haríamos o nos hacemos cuando consideramos las injusticias y contrariedades de nuestra vida. En cambio José y María no entienden, pero como viven confiados, aceptan que sus planes son diferentes a los del Padre Dios que quiere que su Hijo nazca pobre, en un lugar prestado. ¿Por qué quieres nacer en esta pobreza siendo el dueño del Universo? ¿por qué no hiciste de la nada la mejor de las clínicas y la mejor casa para que estuviera dispuesta en Belén?.

Desde su nacimiento hasta su muerte Cristo vive con sobriedad, recordemos el día de su muerte, fue enterrado en un sepulcro que no era suyo, sino de José de Arimatea. ¿Qué me quieres enseñar, por qué esta pobreza me puede enriquecer?

Cristo siendo el dueño de todas las cosas escoge no tenerlas para enseñarnos que la sobriedad y la templanza nos liberan de la pobreza del egoísmo, del materialismo, de creer que valemos por los bienes y comodidades que tengamos. Porque hemos creado “status” según las posesiones adquiridas, y catalogamos a las personas según “su clase”.

Sobriedad no significa no tener, significa estar desprendido de lo que tenemos para poder vivir felices si lo perdemos, nos lo quitan, o libres para darlo a quien lo necesite. ¿cómo confiar en Dios si no somos sobrios, si pienso que la felicidad está en tener?

Algunos israelitas en el desierto no confiaron en que Dios les iba a proveer maná cada día, y recogían de más por si Dios les fallaba!; aquellos comían de la mano de Dios un día y querían proveerse ellos mismos para el día siguiente ¿qué paradoja verdad?. Les faltó Fe, que engendra Confianza, y ésta Esperanza y con éstas virtudes podemos vivir la Caridad, porque nos desprendemos de nosotros mismos, del egoísmo, de las comodidades, de los temores e inseguridades, para depender de Dios, que es nuestro Padre, amarlo a El y a nuestros próximos. Por eso la pobreza de Cristo nos enriquece, porque nos despoja de nuestras miserias y nos da el verdadero sentido del trabajo, del esfuerzo y del valor de las cosas. Dejémonos enriquecer con la pobreza de Cristo, no tengamos miedo a la generosidad, El no nos quita nada, nos lo da todo!. FELIZ NAVIDAD!.

No hay comentarios:

Visitantes